Con el fin de aprovechar al máximo las propiedades de la espirulina fresca, conviene no cocerla. A partir de 42ºC, algunos nutrientes frágiles empiezan a ser desnaturalizados por el calor. Es el caso de las vitaminas por ejemplo, las enzimas, los pigmentos antioxidantes, etc.

La vitamina C permite al organismo asimilar el hierro de los alimentos. Por ello, ingerir espirulina junto con una fuente de vitamina C asegura una asimilación óptima del hierro contenido en la espirulina. Una buena manera de consumir la espirulina puede ser en ayunas junto con un zumo de frutas como el limón, la naranja o el kiwi.

De forma general, la espirulina puede acompañar cualquier tipo de plato. Si disponemos de espirulina fresca, la cantidad de recetas posibles es infinita: simplemente untada sobre una rodaja de pan y con una gota de aceite de oliva, podremos disfrutar de un tesoro nutricional extraordinario. A esta rodaja le podemos añadir queso fresco, quedará simplemente maravilloso. Se puede mezclar la espirulina fresca en un yogur, un zumo de frutas y verduras, etc. La espirulina fresca correctamente escurrida apenas tiene sabor: se puede asimilar al sabor de las avellanas o espinacas frescas.

Cantidades

La cantidad de ingesta diaria de espirulina recomendada variará según los beneficios buscados. Un deportista en fase de entrenamiento o de competición puede consumir fácilmente 10 a 12g de espirulina seca al día, mientras que una persona consumiendo espirulina para su bienestar y reforzar su vitalidad consumirá entre 2 y 5g de espirulina seca al día.

Es importante conocer que no existen problemas frente a sobredosis en el consumo de espirulina. El único problema que podría ocasionar en algunas personas, es el efecto limpiador que tiene la espirulina sobre el cuerpo humano.